30 abril, 2009

La bomba etílica



Más poderosa que la bomba atómica, más devastadora que la bomba de neutrones. La bomba etílica es el arma de destrucción masiva que ha causado más muertos en toda la historia de la humanidad. Es tan eficaz que las propias víctimas son las encargadas de hacerse el harakiri.
En nuestra cultura occidental el alcohol es uno de los productos favoritos de la canasta familiar. Ante la tristeza, la depresión, la frustración o la soledad es el antídoto recomendado. Sin él nuestra vida cobraría en oportunidades un cariz agrio y dramático. El alcohol nos excita y tiene el poder de abrir nuestros corazones. Entonces, podemos ser, representar el papel que deseamos. Si queremos alcanzar la felicidad; tenemos que beber; si queremos comunicarnos; tenemos que beber; si queremos perder el miedo o la timidez; tenemos que beber; si queremos amar y ser amados; tenemos que beber; si queremos olvidar, tenemos que beber, en fin, si queremos ser libres, tenemos que beber. Nuestras relaciones sociales están condicionadas por el efecto de este "mágico brebaje".

Las tiendas y supermercados nos ofrecen una gran variedad de ofertas en vino, cerveza, aguardiente, vodka, ron, tequila o whiskie que colman todos nuestros deseos.

El Ministerio de Sanidad nos advierte sobre los peligros del alcohol: "su abuso es perjudicial para la salud". Pero lo cierto es que les importa un bledo el bienestar de los ciudadanos. Lo que le conviene al gobierno es que se dispare el consumo para aliviar las maltrechas arcas del estado. Si hay daños colaterales, lo sentimos mucho pues, amparados por la democracia, cada individuo es libre de elegir su propio destino. Libre es un decir, porque la manipulación a la que estamos sometidos es la peor de las dictaduras..

El beneficio económico de las multinacionales del alcohol es incalculable. Sus acciones en la bolsa nunca se desvalorizan y con diferencia es la mejor inversión en estos tiempos de vacas flacas. El negocio siempre irá viento en popa pues el vicio y el desenfreno crecen, nunca mejor dicho, como la espuma.

Al recorrer los campos y ciudades de América Latina comprobaremos que los sitios más visitados y concurridos son los bares, cantinas y discotecas. Aunque no haya nada que celebrar, siempre están abarrotados. Entre más severa sea la crisis, más se multiplicarán los clientes. Es una fórmula matemática bien conocida: menos por menos da más. Los excluidos, los miserables, los marginados son los primeros en caer pues necesitan beber para evadirse de la cruel realidad.

Las ansias de transformación, los ideales revolucionarios se quedan en pura charlatanería de taberna. Al capitalismo le conviene crear adicciones para someter a los pueblos y manejarlos a su antojo. No cabe duda que la dependencia no es sólo física y material sino también mental y espiritual.

El alcohol despierta todos los fantasmas que llevamos dentro, entonces el odio se dispara y como no sabemos dónde están los culpables el que paga las consecuencias casi siempre es el más débil, el más cercano, tal vez, la familia; la mujer o los hijos. Las estadísticas nos revelan un elevado número de víctimas causadas directa o indirectamente por alcoholismo. Sin olvidarnos que la tasa de criminalidad crece paralela a su consumo.

Desgraciadamente si se cerraran las fábricas de alcohol habría una verdadera revolución pues el síndrome de abstinencia enloquecería a la masa.

Como suele suceder todos los años la cervecería Bavaria de Colombia, y su marca estrella Águila, eligen a las mujeres de cuerpos más despampanantes para sus campañas publicitarias. Los publicistas saben muy bien que la figura femenina es la musa que despierta las más bajas pasiones. Sexo y alcohol están directamente relacionados. El elixir de la pasión tan sólo cuesta mil pesos la botella. Porque todo héroe se merece una Pilsen repite la propaganda a través de la radio y la televisión. Estos amables señores son tan cínicos que se permiten el lujo de patrocinar los eventos culturales y deportivos. ¿A ver quién se atreve a criticarlos? Al final no nos queda otro remedio que darles las gracias pues nos demuestran con creces que son los campeones del altruismo y la solidaridad.

En los alrededores de los institutos y universidades de cualquier ciudad colombiana prolifera una gran cantidad de antros, bares y cabarets. Esos son los verdaderos salones de clase donde los estudiantes se dedican a la rumba y a la bohemia. Cualquier pretexto es válido para organizar una parranda y aunque sea lunes el reventón está asegurado. Según Fernando Jaramillo Giraldo, vicepresidente de negocios de Bavaria, “la cerveza es la bebida de la moderación y de la responsabilidad”.

Asunción, la capital del Paraguay, es un gran centro del contrabando. Como puerto libre en cualquier calle uno encuentra las licoreras mejor surtidas de Latinoamérica. Los asunceños se sienten orgullosos pues es un privilegio poder elegir entre los tragos más exóticos y las marcas más famosas del mundo.
En el Perú el lema publicitario de la firma Cristal es: "beba cerveza, saludable por naturaleza" y claro sus seguidores la consumen como si se tratara de agua bendita. El grupo Bakus no cabe de la dicha pues este último año las ventas han batido todos los records.

En Washington, la capital de los Estados Unidos, quien se acerque a primera hora de la mañana a los barrios hispanos o a los guetos negros, será testigo de un espectáculo inolvidable: tirados en las aceras yacen cientos de muertos vivientes eructando la derrota en pleno corazón del imperio. Mientras en New York el panorama es aún más desgarrador pues cientos de espectros alcoholizados desfilan por las calles en busca del paraíso perdido. Y es que la recesión la económica no perdona ni a las clases privilegiadas.

Hasta los rincones más apartados del planeta, en las profundidades de la selva amazónica, llegan los gigantescos navíos de 40.000 toneladas con su valiosa carga de cerveza, whiskie y cachaza. El maná bendito desata la histeria colectiva y los pobladores se preparan a la bacanal donde se embucharán con tan preciados parabienes etílicos.

Como arma de destrucción masiva el alcohol fue utilizado en la conquista de América para aniquilar a los aborígenes. Millones cayeron en este genocidio que no tiene parangón en la historia de la humanidad. Sin disparar un solo tiro fueron cayendo grandes imperios y naciones. ¿Para qué mancharse las manos de sangre si las propias víctimas van a autodestruirse?

Convertido el ser humano en una piltrafa, anulada su mente y su conciencia servirán de carne de cañón para los hospitales y funerarias. No interesa prevenir sino que hayan más enfermos, y que esos enfermos agonicen lentamente para sacarle mayor provecho a su drama.

Chupar, tomar, beber es el deporte favorito de nuestros pueblos El que ponga mayor número de botellas vacías sobre la mesa, es el campeón, los compadres que apilen la mayor cantidad de canastas de cerveza serán reverenciados. El ambiente opresivo no hace más que incitar a la borrachera y para eternizar este círculo vicioso la juventud desde temprana comienza empinar el codo siguiendo el ejemplo de sus progenitores.

El bombardeo etílico no se detiene, ni se detendrá jamás. Día tras día va aumentando la macabra cuenta pues millones de inocentes caen como moscas. No conviene que el pueblo se libere del yugo atroz de la esclavitud. No conviene que la llamada “escoria social”, el lumpen, el proletariado, los obreros y campesinos se organicen y actúen. Castrada la rebeldía, la masa embrutecida por la continua borrachera no representa ningún peligro para el sistema. Es preferible crear más dependencia, más seres sumisos, despojos humanos fanáticos de las cantinas, casinos y prostíbulos antes que seres lúcidos y conscientes que planteen una respuesta desestabilizadora.


Carlos de Urabá 2009Investigador de Colombia
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29 abril, 2009

Combatir el machismo desde adentro

Por:

Mandeep Dhillon

Las Mujeres Creando Comunidad de Bolivia usan el ejemplo de un cuerpo integral para explicar el concepto del feminismo y su importancia en nuestras comunidades –cuales sean: el pueblo, el barrio o el colectivo. Dicen que el cuerpo entero representa a la comunidad. La mitad es la fuerza, la sabiduría, y las capacidades de los varones de la comunidad. La otra mitad está hecha por la fuerza, la sabiduría y las capacidades de las mujeres. El cuerpo no se puede cortar en dos partes porque así muere la comunidad. Pero si un lado del cuerpo es más debil que el otro, tampoco puede funcionar bien. Si tapamos un ojo, si detenemos un brazo, si una pierna no se mueve bien o está forzada a seguir exactamente los mismos movimientos de la otra pierna, el cuerpo no camina bien, camina más lentamente, se cae, no logra sus objetivos fácilmente. Cada lado del cuerpo se mueve y trabaja de una forma distinta, pero sólo trabajando juntos puede caminar, correr y también resistir.


Como compañeras que participamos creando los movimientos sociales, nos enfrentamos a varias barreras. Compartimos los espacios de lucha y trabajo con nuestros compañeros, pero obviamente seguimos teniendo que luchar desde adentro de esos espacios para ser reconocidas y respetadas. Aunque tengamos presencia en espacios libertarios, socialistas o progresistas –en muchos momentos se queda nuestra participación a un nivel marginal; es decir, nuestras experiencias como mujeres, nuestra visión, nuestras necesidades y exigencias, no son tomadas en cuenta, no dan forma a la manera que tienen nuestros compañeros de relacionarse, el tipo de organización que tengamos ni el movimiento que vayamos construyendo.


Al mismo tiempo, los intentos de ir desafiando el machismo dentro del movimiento se quedan muchas veces en debates polarizados –crean víctimas y monstruos en lugar de un esfuerzo común para acabar con un enemigo común. Muchas veces encontramos una apertura ideológica superficial, (por ejemplo, incluir un análisis anti-patriarcal en nuestros principios, incluir a mujeres en nuestros colectivos, hasta tener sectores de mujeres en nuestros movimientos) pero no realmente una apertura concreta en la cual honramos las experiencias de las mujeres en lugar de debatir por horas si tienen ellas razón en denunciar actos particulares como machismo. No creamos un espacio en el cual nuestra política anti-sexista se aplique en nuestras relaciones personales o en el cual el machismo pueda ser abiertamente y activamente identificado y discutido de forma colectiva. Así las denuncias del machismo se convierten en acusasiones y castigos, pero no en un entendimiento o compromiso colectivo. Hay que destacar que este problema vive en las actitudes y los comportamientos que nos parecen ser los más normales, inofensivos y muchas veces invisibles. Por esto, realizar un cambio no es trabajo fácil. No pide que acabemos con la masculinidad. Lo que pide es abrirnos, dejarnos ser vulnerables, identificar los procesos que nos socializaron a aceptar el machismo como la forma de vida, escucharnos y querer cambiar. Parte de esto es también empezar a hablar de como el machismo ha formado, dañado y quebrado a los hombres.


Dice Bell Hooks, una escritora y maestra anti-capitalista y anti-patriarcal de la comunidad negra en los Estados Unidos: “Para mí, el perdón y la compasión siempre están vinculados: ¿cómo hacer responsables a la gente por hacer el mal y al mismo tiempo mantenerse en contacto suficientemente con su humanidad para creer en su capacidad de ser transformados?”


Este proceso de transformación necesita la participación activa de mujeres y hombres y al mismo tiempo un respeto grande hacia las experiencias de las mujeres que sufren los golpes del patriarcado de una manera constante; ni en sus espacios progresistas encuentran un descanso de esa opresión. Obviamente, las mujeres también propagan el machismo con la diferencia que los que se quedan con los privilegios y beneficios son los hombres. Sin embargo, sin tomar en cuenta la experiencia de ambos, no lograremos entender como el patriarcado forma a nuestros compañeros ni como romper ese círculo dañoso que va creando a los actores machistas de la próxima generación –nuestros hijos– y asegura que el capitalismo permanezca. Hay una urgencia de acabar con esa opresión sistémica que las mujeres, nosotras, sentimos día tras día al nivel físico y emocional. Nosotras no tenemos el privilegio de ignorar esa urgencia con pretextos de “no tener tiempo o energía”, “tener cosas más importantes que hacer” o simplemente pensar que el patriarcado existe “ahí afuera” pero no en nuestras vidas. Esta urgencia nace y va creciendo en cada momento que estamos siendo humilladas, golpeadas, violadas, tratadas de ignorantes, cada vez que se nos niega el derecho a un aborto, cada vez que se nos acusa de ser sectarias por querer hablar del machismo en una reunión, cada vez que un compañero luchador nos silencia o nos trata de objeto en la casa mientras que se diga anti-patriarcal en las reuniones, cada vez que se espera que nosotras proveamos apoyo emocional pero se nos llama histéricas o débiles cuando esperamos ese mismo apoyo y cada vez que nuestras preocupaciones como mujeres son descalificadas como asuntos personales y no materia revolucionaria. Pero si vemos bien, en todos esos momentos y experiencias opresivas, los hombres también van creando un sistema que les abusa, que les niega un humanismo más amplio, que les tiene con pocas posibilidades de sentirse liberados de la culpa, la verguenza y la impotencia que sienten en muchos de esos instantes.


Hooks resume bien esa “doble necesidad” de apoyar a los hombres a sanarse ellos mismos y al mismo tiempo de los hombres de tomar responsabilidad por sus actos hacia las mujeres.


“Los hombres sí oprimen a las mujeres. Las personas son lastimadas por los patrones rígidos de los papeles machistas. Las dos realidades co-existen. La opresión de las mujeres a manos de los hombres no se puede perdonar por el hecho que también los hombres son lastimados por los papeles machistas rígidos. Las activistas feministas deben de reconocer ese dolor y trabajar para cambiarlo –sí existe. Esto no borra o disminuye la responsabilidad de los hombres en apoyar y perpetuar su poder bajo el patriarcado para explotar y oprimir a las mujeres de una forma mucho más grave que el estrés psicológico y dolor emocional profundos causados en los hombres por conformarse con los patrones rígidos de los papeles machistas.”


Hay mucho que preguntarnos y mucho que compartir. A nuestros compañeros hombres, quisiera preguntarles si se sienten bien con el papel rígido que les ha dado el patriarcado. Hay que identificar con ellos como el patriarcado también les ha robado el derecho de sentir, de ser humanos completos. Hay que ver como los ha dañado desde la niñez –esas experiencias formativas que les educaron a no poder tener relaciones de inter-dependencia (en lugar de dependencia) emocional, a no poder admitir su debilidad, a no poder valorar a las mujeres como más allá de objetos que deben de en todo momento saber llenar sus necesidades físicas y emocionales. Esas experiencias no solamente han cortado su capacidad de relacionarse sanamente con mujeres si no también con otros hombres. Hay que identificar por qué es tan difícil cambiar – ¿cuales son de un lado los privilegios que el machismo les ofrece y del otro lado como les castigan el sistema, otros hombres y también mujeres patriarcales cuando ellos quieren cambiar su forma de ser?


Según Hooks, “la violencia es una socialización de los niños y hombres jóvenes. La manera en la cual 'convertimos niños a hombres' es a través de los golpes... Los distanciamos de sus sentimientos, su sensibilidad hacia los demás. Al decirles 'aguántate como los hombres' les forzamos a no sentir y seguir adelante.”


El capitalismo, del cual el patriarcado es un pilar clave, nos ha moldado a ser seres incompletos –hombres y mujeres. En lugar de dejarnos desarrollarnos como personas íntegras con una gama completa de las fuerzas y capacidades necesarias para ser sanos y formar relaciones sanas e inopresivas, esas fuerzas y capacidades han sido divididas por la línea de género. Las que son vinculadas con la masculinidad (ser “racionales”, ser “independientes”, no demostrar sentimientos, etc...) son generalmente consideradas como señas de fuerza. Las que vinculamos con la feminidad (demostrar sentimientos, cuidar a los demás, pedir apoyo sentimental, ser leales) son pintadas como señas de debilidad. Los niños son enseñados a ser “fuertes a pesar de todo” y “emocionalmente independientes”. La agresión y el enojo son en esencia los únicos sentimientos que se les permite expresar sin sentirse vergonzosos. Las niñas son enseñadas a creer que tienen una “naturaleza débil”, que necesitan a hombres para darles fuerza y que siempre tienen que apoyar a los demás.


De un lado, nos modelan a buscar nuestro “complemento” (por ejemplo en las relaciones heterosexuales) –la persona que llenará esas partes ausentes o reprimidas de nuestras propias habilidades. Del otro lado, tenemos reacciones profundas de miedo o agresión en contra de esos mismos elementos, reconociendolos como indeseables. En estas necesidades, debilidades y socialización vive el machismo que toma forma en comentarios ofensivos, falta de acercamiento emocional, reducción del valor de personas a placeres y abuso de muchos tipos.


Hooks también habla de la dinámica profundamente psicológica y cotidiana de este sistema opresivo: “Subrayando el patriarcado psicológico, vemos que todos son implicados y nos liberamos de la percepción falsa que los hombres son el enemigo. Para acabar con el patriarcado tenemos que desafiar sus manifestaciones concretas y psicológicas en la vida cotidiana. Hay gente que es capacez de criticar el patriarcado pero incapaz de actuar de una forma antipatriarcal.”


Esto que llama ella “patriarcado psicológico” es sumamente importante. Hasta en nuestros movimientos, muchas veces no reconocemos más que las formas “visiblemente violentas” del machismo. Es decir, se nos hace más fácil denunciar violaciones y ataques físicos (aunque igual éstas muchas veces occuren entre compañeros sin ser denunciadas) que las manifestaciones más “sutiles” de la violencia cotidiana en los espacios políticos y tambien entre compañeros de lucha en sus vidas “personales” donde el daño del machismo quizá es lo más pronunciado. El campo de lo “personal” se vuelve un terreno casi intocable y esto se justifica diciendo que la vida o decisiones personales más bien tienen que ver con gustos personales, formas de ser, sentimientos y no tanto con consecuencia, responsabilidad y ser anti-sexista. Al mismo tiempo, suele suceder que los niños y luego hombres también sufren las consecuencias más graves del machismo en sus vidas personales – desde la infancia hasta los fracasos en relaciones personales años después. Pero por los mismos privilegios que el patriarcado se les ofrece, responden a las demandas de cambio por parte de las compañeras con una resistencia terca que se expresa en diferentes formas: negar, ser defensivos, reír, ignorar, callarse, gritar, acusaciones de ser víctimas o hístericas y hasta ser físicamente abusivos. Lo que pocas veces logramos es un nivel de diálogo abierto en el cual se reconozca que ambas partes, mujeres y hombres, tienen mucho que ganar si las actitudes y los comportamientos –la “psicología” machista se pueda superar. Y como compañeras de lucha, más aún, la posibilidad de un movimiento realmente revolucionario y libertario.


Por esto, en lugar de ver la necesidad de las compañeras de hablar del machismo como un ataque personal, ¿por qué no verlo como una oportunidad de hablar de nuestro dolor colectivo? ¿Por qué no invitar a ese diálogo como un proyecto común que nos dará las herramientas para mejorarnos como seres humanos y como movimiento? Hablemos de como podríamos ser más fuertes si las mujeres también pudieran tener el poder que les coresponde. Hablemos de como podrían estos cambios también ayudar a los compañeros a tener más conocimiento y ser más capaces. Hablemos de un cambio, desde ahora, desde nosotras y nosotros, desde nuestros espacios de trabajo, de lucha, de convivencia, desde nuestras casas, nuestras relaciones, nuestros cuerpos y corazones.Mandeep Dhillon (activista radicada en Ciudad de México)
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¡Cómo no compartir éste abrazo!


de Santiago y de Pablo, hermanos y sobrinos amorosos...
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Los colores del alma



Desde siempre me han gustado los colores, a quien no?
Solo que nunca tuve la habilidad de poder expresarme a través de ellos.
Pero en casa siempre hubo cajas de lápices que utilizábamos pintando figuras predeterminadas.
En los últimos años de mi madre cuando sus manos afectadas por la artrosis ya no podían hacer esos hermosos tejidos que hizo toda su vida, empezamos a abusar de los colores en libros para colorear, de esos que se le compran a los niños y jugábamos a quien pintaba mejor, luego los mas lindos los regalaba a sus bisnietos.
Y... cuando ella partió me quede un poco sin pata para ese juego y de golpe apareció en mi vida una invitación para hacer un taller de “mandalas” y sin saber muy bien que era allí me fui pensando en “…Un mandala es básicamente un círculo, es la forma perfecta, y por ello nos representa el símbolo del cosmos y de la eternidad. Nos representa la creación,….”
“… Son dibujos que contienen infinidad de otras formas geométricas: diversos colores y contenidos que representan aspectos del mundo sutil, espiritual o mágico de quien los concibe…”
Y fue allí que encontré este apasionante mundo de forma y de colores que me permite expresarme y encontrarme.
Primero los pinte tímidamente con mis lápices de siempre y buscando formas en la Web, pero hoy mediante programas digitales puedo crear mis propios dibujos.
Existen cientos de mandalas algunos propios y naturales del universo. Algunos mandalas naturales son los remolinos o vértices de agua, de viento, la vía lactea, el sol , la luna, los planetas…
En fin… aquí les presento los mios, los primeros.
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